lunes, 31 de octubre de 2016

EL SACRIFICIO DE ADRIANO

Muestras al espejo
el pecho de Antínoo
como una égida
lanzada por el aire.

Esperas algún mensaje
estúpido que te reporte
sexo,

el divertimento de mostrar
así como así la belleza,

sabiendo que la única
consecuencias será
un fuerte apretón
entre los cuerpos.

Y la argéntea égida
entre las manos,
levantada sobre la cabeza
con la furia que sólo
conoce una palabra.

Quiere destruir el fruto          
que siempre reflejan
las aguas del Nilo.

El sacrificio de Adriano
sólo sirve para envolver
las redes de un dulzor
pagano.

Esperas que alguien te conteste
buscando la misma belleza
del cuerpo azul.

Yo soy el que sujeta
la égida,
el que empuña el dolor,
lo endurece
y mata.

El que quiere la belleza
sólo
porque no la tiene.

lunes, 27 de junio de 2016

NOCTURNOS DE SAN JUAN (NOCHE DE VERANO) I


Tiene mi corazón telas de araña…
¡El demonio de Shakespeare
Qué ponzoña me ha vertido en el alma!
¡Casualidad temible es el amor!
(…)
¡Qué tragedia tan honda!, ¿y Dios qué piensa?
¿Se le han roto las alas?”

Federico Gª Lorca

Se desliza oculto
cuando los párpados ceden,
introduciendo el suspiro mortal
de la sombra oscura
en cada una de las comisuras
del alma.

Deja el corazón, lentamente,
perdido en el bosque de brumas
en que sueñan las noches
de San Juan.

Pero así espera que el sol
desvele a Helena,
con su escapado Demetrio,
Alejandro abandonado por su diosa,
fuego que apagó las antorchas
del sueño de Casandra.

La ciudad sobrevive, pero
el hechizo muere.

La traidora gime como un perro,
ruega y se desboca
pidiendo amor.

Abandonada y sin rescate,
por un espíritu sin madre
que se burla de todo,
de esta noche y esta hoguera
en que danzan las brujas.

Engañar al rey es engañar
al mundo. Matar a Dios
con sus propias alas.

Paul Konewka
Paul Konewka

jueves, 12 de mayo de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (V)


Uritur ut celeres urunt altaria flammae,

“Arde como arden las veloces llamas de los altares”

Sulpicia, Corpus Tibullianum, IV 6

Las estatuas del amor son
como espinas, aguijones
de recuerdos extraviados.

Una rosa de papel
es un futuro, con la palabra
“adiós” entre los pétalos.

Solamente es el fotograma
de un beso, la foto finish
del amor furioso.

Rayos del cuerpo de los otros
que arañan las sábanas del alma
y corrompen las ideas del sueño.

El sudor de la noche y su ambrosía,
los néctares del altar del vino,
libaciones que arden en el pecho.

Evocar a los dioses disfrazados
con sonrisas lentas y colores distraídos,
rasga el vestido de tu melancolía.

No podemos ser eternos, ambos lo sabemos,
pero secuestremos la pasión en nuestra boca
y gocemos de un mañana sin presente.

No hay nada más bello que la luz
del pecho entre mis sombras,
el impulso agrio del lamento.

La subida hacia el Parnaso de tu pelo,
tu aliento disfrutando en mi cuello,
un caballo que galopa entre la brisa.

¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!

No te apagues
hasta que hayas terminado
las cenizas.

Foto: Vangelis Kyris

sábado, 30 de abril de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (IV)


El que ama solo, el que sueña
bajo el deseo blanco de las sábanas,
el que llora por sí, el que se pierde
tras espejos de lluvia y el que busca
su boca cuando bebe el don del vino.

Pablo García Baena.

Los labios carnosos de la noche
te besan con su lluvia de jacintos
y envuelven tu piel con caricias
otoñales, abiertas sobre la palma.

Tu cuerpo es la embajada solitaria
del deseo. Con sus propias normas
y su tempo, pleno, dispuesto,
un viaje eterno sin retorno.

Mano a mano los sueños
se fueron cayendo, perdidos
en la realidad de los deseos
con la fotografía de tu seno.

Mi voz sobre la cama y
su regazo olvidado de
poesía. Cada una de las letras
de tu cuerpo se escribe con mi tinta.

Dará igual si abrimos o cerramos
la ventana. Si hay velas o el
fuego del Amor nos ilumina. Una
Belleza deseada es el presente.

Juego demasiado con los tiempos,
con las carreras voraces al infierno
y las subidas invernales del recuerdo.
La imaginación, el deseo, el asco.

No sería un sueño si estuviera dormido.
Uno de tus brazos escapa
y recorre volando mi espalda
para sujetar al niño que pende de mi hombro.

No corras, despacio, los griegos se
llevaron el Paladio, triunfaste,
disfruta, vamos a acercarnos sin
pensar en el frío de los labios.

No quiero plantearme la verdad,
en la sombra inerte de esas gotas
que brotan del placer. El sudor,
el amor, la oscuridad.

Mañana desapareces, te escapas
y no vuelves a mirar a nuestros
ojos, solitarios, perdidos, sin
ver más allá de nuestro duelo.

La guerra se perdió, no quedó pacto.

George Platt Lynes, Orpheus and Eros.

lunes, 25 de abril de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (III)


et quererer lecti frigida regna mei.

“y me quejaba del frío reino de mi lecho.”

Propercio, IV, 7.

El aliento del hielo
en primavera,
entre las sábanas
se escurre un silbido
tenue y sordo,
cómo el compás
interrumpido de la lluvia.

Dedos largos que recorren
la piel de las rodillas,
que exploran
su camino hacia la sombra.

Despierta para cantar al amor.
Grita…
Disfruta mientras imaginas otro sueño.

Acariciando mis propias pupilas,
recuerdo imágenes escapadas
y el escaparate terrible
del sonido del placer.

Placer ajeno que lamente
el frío, los dedos
que esperan en la esquina
mientras el piano se caduca
en el diván oculto de
una pensión de mala muerte.

Una tormenta de soledad invadida,
deseos disueltos en el frío.
Laureles helados de la madrugada,
rocío inútil que se escapa de mis ojos
y flota en el nimbo de la felicidad escapada.

El placer solitario y propio de los locos,

el lecho, un reino frío de amores perseguidos.


Pintura: Kris Knight

miércoles, 6 de abril de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (II)


Eres un incendio en un mar verde palma,
o el amor simplemente, con guirnaldas y ruidos.
Pasión y belleza habitan en tus días,
y arcángeles cantores circundan tu camino.

Luis Antonio de Villena.


Así es como quiero verte,
coronado de hiedra
y con la miel en los labios.

Una sonrisa levemente catuliana,
susurrando a Safo entre los dientes
mientras pasa la Belleza en tu mirada.

Las violetas son para la cama.
Abrir se ha el jacinto de tu seno
y el sutil narciso de tu espalda.

Escape el incienso en la ventana.
Ebrios de locura y medianoche,
conserva cada pedazo de mi alma.

Apoya tus manos en las mías,
guardemos cada una de las
ocultas promesas de futuro.

Dos flores que se abren
al compás de la cítara,
dos cuerpos de amantes.

Se la brisa que traen
las musas, el canto heliconio,
y los folios cerrados de hermosura.

Tú y yo seremos juntos,
tan infinitos como voraces.
Tú y yo seremos, juntos...

Pintura: Kris Knight

domingo, 3 de abril de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (I)

libidinis in pueros pronioris, quorum maxime dilexit Cebetem et Alexandrum, quem secunda Bucolicorum ecloga Alexim appellat, donatum sibi ab Asinio Pollione, utrumque non ineruditum

"Su deseo se inclinaba a los muchachos, de los que amaba más a Cebeto y Alejandro, al que llama Alexis en la segunda égloga de la Bucólicas, regalo que le hizo Asinio Polión. Ninguno de ellos era un inculto."

Elio Donato, Vita Vergiliana, V.


O crudelis Alexi, nihil mea carmena curas?
Nil nostri miserere? Mori me denique curas?

Virgilio, Bucólicas, II.


La noche calla
con estrellas fatuas
y lunas fugaces.
Un golpe en el pecho
parece retumbar
a ritmo de elegía.

Un simple sueño
entre sudor de primavera.
La búsqueda del fuego prohibido.

Sería amar escapando,
no habrá tregua ni pacto.
Solos a la orilla del río,
lanzados a la frescura del día.

Escuchar a Anacreonte
de tus labios, mientras
un beso robado del príncipe
troyano se escapa hacia los míos.
Hablas como las olas de Lesbos.

Coronados de violetas 
y con las alas encendidas.
Corremos sin cesar 
hacia el Olimpo.

No habrá que respirar
entre tus besos.
La miel de tus caricias
traspasará cada centímetro
de piel a ritmo de latido.

Permaneces tras los cristales
oscuros de mis lágrimas.

Como el Céfiro fugaz
se llevó a Jacinto con el disco,
entraste de un flechazo insalvable.

Desde aquí dentro
llora un alma inútil.
Inútil como la herida
del Amor.

Nadar en espuma de abril sin compañía.
Explorar los parajes desiertos de mis piernas.
Sentir el roce de las cuerdas de tu lira.

Canto sin sentido a un hombre sin armas.
Canto sin sentido a la pena inapelable.
Canto sin sentido a la muerte del Amor.

Sólo es un nombre que sabe a sueño.
Alejandro, el protector de hombres.

Imagen: Wilhelm von Plüschow