viernes, 13 de noviembre de 2015

ÍCARO, AMOR


Non potuit Minos hominis conpescere pinnas
ipse deum volucrem detinuisse paro.

Ovidio, Ars Amandi, II 97-98.

"No pudo Minos frenar las alas del hombre
y yo mismo intento retener a un dios volador".

Le pediste alas a tu madre,
para aligerar tu peso
y romper almas a flechazos. 

Surcaste el cielo, a toda velocidad,
mirando a todas partes,
y posaste tu punta dorada
en algún lugar desconocido
de mi geografía.

Y seguiste volando, y volando,
corriendo...
Volcaste mi cuerpo una y otra vez,
venías arrastrándome
como un pámpalo en día de granizo.

Alguien te soplaba por debajo,
y tú subías, y subías,
y yo gritaba
como Oritia atrapada por la nube.

Dejé de tener miedo,
gritar no servía si quería disfrutar,
me arrastraste, ahora sí
con toda la intensidad del mundo.

Besos, abrazos, caricias,
"te quieros"...
No tenían fundamento.

Pero seguiste subiendo,
sin darte cuenta
que tus alas eran las de Ícaro. 

Fuimos tan lejos y tan rápido
que antes de cerrar los ojos
ya no te quedaban plumas.

Caíste...
Caíste...
Caíste...

Pero ahora sólo un mar lleva tú nombre,
el que inunda de negro los recuerdos felices. 


Jacob Peeter Gowy, "La caída de Ícaro", Museo Nacional del Prado.

martes, 10 de noviembre de 2015

Έρος λυσιμέλης.

Dulce animal amargo que repta irresistible.

Me recuerdas a uno de mis poetas
en la foto que acabas de subir;
la que te hice en el museo
con mi sombrero puesto
y tu sonrisa...

Entones el alma salta
en mi corazón
y las sensaciones 
vuelven sin pedírselo.

Miles de hormigas incendiadas
se escapan por los palmos
de mi cuerpo,
tiemblo, mis labios se adormecen 
y mi boca no articula.

Tampoco escucho,
sólo resuena tu música
en mis oídos,
y el regalo de un pedazo
de tu aliento.

Poco a poco,
pierdo lo que veo, 
y mi interior se extremece,
mientras mi estómago enloquece 
en náuseas y arrebatos,
los mismas que no puedo 
evitar cuando estoy contigo,
losque me dejan como un
imbécil infantil y
me hacen pasar tanta vergüenza.

Aquellas que no sé cómo te importan,
y por las que ahora tengo
miedo
a que lo nuestro se convierta
en un recuerdo.

Este es el Eros maligno que vuelve,
ahora temeroso,
para desmayarme los miembros.


lunes, 2 de noviembre de 2015

VERSOS DE ABRAZO Y EROS.

Te mihi materiem felicem in carmina praebe:
provenient causa carmina digna sua.

Entrégate a mí como materia eufórica de mis versos:
saldrá un canto digno de esta causa.

Ovidio, Amores.

Esta noche prometiste no soltarme,
y abrazarme tan fuerte como puedas,
con la misma violencia que Eros,
cuando abate las encinas de Safo.

Y ahora quiero que me abraces
y dejes cada movimiento
en una palabra grabada a fuego
palmo a palmo de mi cuerpo.

Si la vida es ciertamente
una carrera indiferente,
abrázame
y dame cada una de las melodías
de tus sueños,
para que pueda forzarlas
en un corazón de hojalata
y regalártelo entre mis lágrimas
de otoño.

Yo también quiero
abrazarte,
y que mi cuerpo sea un bullir
de dos latidos.

Una palabra en el oído,
y otra, y otra…
y un verso
que se tambalea
en la cuerda floja.

Ese verso que corre
entre “te quieros”
de antes de dormir,
y pide que hagamos el amor,
como la primera vez,
con el vinilo de cantautor
dando vueltas en el tocadiscos.

Cada vez que tus manos caen,
como gotas de miel sobre la tarta,
una palabra se despierta
y Safo me susurra:

“Enamórate de él un poco más”.

Safo inspirada por Amor. Angelica Kauffmann “Sappho inspirée par l'Amour” de 1775.