jueves, 12 de mayo de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (V)


Uritur ut celeres urunt altaria flammae,

“Arde como arden las veloces llamas de los altares”

Sulpicia, Corpus Tibullianum, IV 6

Las estatuas del amor son
como espinas, aguijones
de recuerdos extraviados.

Una rosa de papel
es un futuro, con la palabra
“adiós” entre los pétalos.

Solamente es el fotograma
de un beso, la foto finish
del amor furioso.

Rayos del cuerpo de los otros
que arañan las sábanas del alma
y corrompen las ideas del sueño.

El sudor de la noche y su ambrosía,
los néctares del altar del vino,
libaciones que arden en el pecho.

Evocar a los dioses disfrazados
con sonrisas lentas y colores distraídos,
rasga el vestido de tu melancolía.

No podemos ser eternos, ambos lo sabemos,
pero secuestremos la pasión en nuestra boca
y gocemos de un mañana sin presente.

No hay nada más bello que la luz
del pecho entre mis sombras,
el impulso agrio del lamento.

La subida hacia el Parnaso de tu pelo,
tu aliento disfrutando en mi cuello,
un caballo que galopa entre la brisa.

¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!

No te apagues
hasta que hayas terminado
las cenizas.

Foto: Vangelis Kyris