lunes, 25 de abril de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (III)


et quererer lecti frigida regna mei.

“y me quejaba del frío reino de mi lecho.”

Propercio, IV, 7.

El aliento del hielo
en primavera,
entre las sábanas
se escurre un silbido
tenue y sordo,
cómo el compás
interrumpido de la lluvia.

Dedos largos que recorren
la piel de las rodillas,
que exploran
su camino hacia la sombra.

Despierta para cantar al amor.
Grita…
Disfruta mientras imaginas otro sueño.

Acariciando mis propias pupilas,
recuerdo imágenes escapadas
y el escaparate terrible
del sonido del placer.

Placer ajeno que lamente
el frío, los dedos
que esperan en la esquina
mientras el piano se caduca
en el diván oculto de
una pensión de mala muerte.

Una tormenta de soledad invadida,
deseos disueltos en el frío.
Laureles helados de la madrugada,
rocío inútil que se escapa de mis ojos
y flota en el nimbo de la felicidad escapada.

El placer solitario y propio de los locos,

el lecho, un reino frío de amores perseguidos.


Pintura: Kris Knight

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