domingo, 3 de abril de 2016

VIRGILIO Y ALEJANDRO (I)

libidinis in pueros pronioris, quorum maxime dilexit Cebetem et Alexandrum, quem secunda Bucolicorum ecloga Alexim appellat, donatum sibi ab Asinio Pollione, utrumque non ineruditum

"Su deseo se inclinaba a los muchachos, de los que amaba más a Cebeto y Alejandro, al que llama Alexis en la segunda égloga de la Bucólicas, regalo que le hizo Asinio Polión. Ninguno de ellos era un inculto."

Elio Donato, Vita Vergiliana, V.


O crudelis Alexi, nihil mea carmena curas?
Nil nostri miserere? Mori me denique curas?

Virgilio, Bucólicas, II.


La noche calla
con estrellas fatuas
y lunas fugaces.
Un golpe en el pecho
parece retumbar
a ritmo de elegía.

Un simple sueño
entre sudor de primavera.
La búsqueda del fuego prohibido.

Sería amar escapando,
no habrá tregua ni pacto.
Solos a la orilla del río,
lanzados a la frescura del día.

Escuchar a Anacreonte
de tus labios, mientras
un beso robado del príncipe
troyano se escapa hacia los míos.
Hablas como las olas de Lesbos.

Coronados de violetas 
y con las alas encendidas.
Corremos sin cesar 
hacia el Olimpo.

No habrá que respirar
entre tus besos.
La miel de tus caricias
traspasará cada centímetro
de piel a ritmo de latido.

Permaneces tras los cristales
oscuros de mis lágrimas.

Como el Céfiro fugaz
se llevó a Jacinto con el disco,
entraste de un flechazo insalvable.

Desde aquí dentro
llora un alma inútil.
Inútil como la herida
del Amor.

Nadar en espuma de abril sin compañía.
Explorar los parajes desiertos de mis piernas.
Sentir el roce de las cuerdas de tu lira.

Canto sin sentido a un hombre sin armas.
Canto sin sentido a la pena inapelable.
Canto sin sentido a la muerte del Amor.

Sólo es un nombre que sabe a sueño.
Alejandro, el protector de hombres.

Imagen: Wilhelm von Plüschow

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