lunes, 31 de marzo de 2014

CANTO DE NUESTRA PRIMAVERA



La primavera
Sandro Botticelli, 1477-1478
Temple sobre tabla • Renacimiento
203 cm × 314 cm
Galería Uffizi, Florencia, Italia

Chloris eram quae Flora vocor:
“Yo era Cloris, yo que ahora me llamo Flora”

Ovidio. Fastos.

En el centro, Venus preside la danza,
un manto de flores polimétricas reposa a sus pies,
hojas verdes de tallos puntiagudos le sirven de corona.
Su mano indica, con gesto grácil, a su hijo,
volando, que hiera de dulzor a una inocente.

Las inocentes pasean su gracia con cautela,
temiendo que el niño las responda.
Bailan y sus mantos se entremezclan,
un placer etéreo las recorre.
Como un viento que corre entre sus labios,
la flecha del ángel ciego ya ha llegado.
Adiós pureza blanquecina,
viene la mortal saeta prohibida.

El viento mueve árboles y hojas,
persigue, necesita unos brazos que lo ayuden.
La ninfa corre, mientras lo mira aterrada,
un suspiro sale de su boca atolondrada.
Una flor cae a sus pies, como una pluma delgada.
Sus manos se hacen livianas, el amor la llega,
su cuerpo se recubre de placer hasta lo más remoto,
un vestido de flores la va recubriendo.
La rosa, la canela y la amapola son sus favoritas.

Al otro lado, un dios viajero mira sus sueños,
mientras intenta alcanzarlos con su cetro onírico.
Su espíritu se aleja hacia las nubes.

Tú y yo somos ellos, como un cuadro inquieto.
Una primavera que comienza,
con esperanzas de amores felices.
Seamos placer, inocencia, presencia y sueño.
Seamos: AMOR.





No hay comentarios:

Publicar un comentario